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    2019-05-15


    En relación con este último tipo de poesía, la escéptica, Baldomero Sanín Cano publica el artículo emblemático de la crítica modernista “Núñez, poeta” en 1888 en La Sanción. En este sentido, el crítico colombiano, David Jiménez afirma que este artículo “contiene ya los planteamientos fundamentales del Modernismo a favor de la autonomía de lo estético y la necesidad de emancipar la obra de arte con respecto a otra finalidad extraña a la belleza misma”. La celebridad de este artículo de Sanín Cano se centra no sólo en la solidez de la crítica a la obra poética del presidente-poeta, sino en el tono burlesco con el que se dirige a uno de los personajes políticos e intelectuales más respetados por la élite colombiana del momento, sin que por ello se le pueda acusar de detractor político. La defensa de la autonomía de la poesía se efectúa sobre la oxymetazoline hydrochloride de una separación tajante entre política y arte. En este mismo sentido, lo que años atrás habría sido considerado normal, “el arte para Núñez, más que otra cosa, es un utensilio político de que ha hecho uso con muy buena pro”, se constituye en una de las más duras acusaciones en contra del presidente-poeta: Su obra poética, inmensamente popular en Colombia, donde las estrofas de “Todavía” y “Belleza”, “Llanto” y “virtud” están en todas las bocas, requeriría capítulo aparte en una historia de la literatura hispanoamericana. La estrofa enjuta y nerviosa, llena de audaces elipsis y desbordante de graves ideas, incorrecta, voluntariamente incorrecta a veces, no tiene la música de orquesta de la de Zorrilla y sus románticos compañeros […]. Más pensador que artista, más poeta que retórico […]. La crítica “ratonesca” de Sanín Cano quiere desestabilizar a la institucionalidad misma, no sólo de las academias de la Lengua, tanto española como colombiana, a la cual pertenecía Rafael Núñez, sino derribar con el peso de sus propios argumentos aquellos ídolos de barro que se han erigido como dioses tutelares del Parnaso colombiano. De paso demuestra que, aunque sea un crítico literario que defiende los principios de la poesía moderna, tiene los conocimientos suficientes para poner en evidencia su mediocridad, incluso, en el manejo más elemental de la técnica poética. En este punto, no está de más recordar el ensayo-carta de Rafael M. Merchán “Un mal ejemplo en literatura” (1892) en el que si bien acude a Transduction autoridades de una época anterior a la crítica literaria modernista, Hipólito Taine, Mathew Arnold, Menéndez Pelayo, Macaulay y Sainte-Beuve, coincide en la importancia del análisis del detalle: “Respecto a la crítica de detalles, hoy es moda repudiarla so pretexto de que ya en Francia no se usa; pero en Inglaterra sí se usa como se puede ver en el Athenœum, que es, por asentimiento general. La primera revista crítica del mundo”.
    El tercer documento es el titulado “Crítica ligera” de José Asunción Silva, publicado en El Telegrama de Jerónimo Argáez, el 12 de agosto de 1888. Tal como lo explica el autor en el párrafo introductorio, el motivo de este documento se centra en la atribución de una serie de críticas publicadas en La Miscelánea de Medellín. La primera titulada “Entrevista con Mr. Collins” de octubre de 1887, y, la segunda “Entrevista con don Carlos Pérez”, las dos firmadas bajo el pseudónimo de José Luis Ríos y atribuidas a Eduardo Zuleta. En la primera entrevista ficticia, supuestamente realizada en Londres, el entrevistador interpela a Mr. Collins, bostoniano, sobre la idea que se formó de Colombia después de una corta estadía en Bogotá. Tras una serie de lugares comunes en torno a lo que los europeos y norteamericanos piensan de Hispanoamérica, inicia un escrutinio sobre el “país más literato” que ha conocido, en contraste con otros países sudamericanos que están empeñados en la generación de industria nacional. Las personalidades mencionadas del mundillo literario colombiano son: Miguel A. Caro, Rafael Pombo, Felipe Pérez, Diego Fallon, José Joaquín Ortiz, Rafael Núñez, José María Samper y Adriano Páez, entre otros.